No hay ninguna duda en que someterse a un tratamiento de reproducción asistida es un momento de la vida muy estresante, ilusionante, que causa respeto e incluso miedo. Son muchas ilusiones puestas en el tratamiento y la posibilidad de que no funcione es aterradora.
Si además, las únicas posibilidades existentes es someterse a ovodonación o donación de esperma, todavía más. Porque hay que luchas contra un duelo genético al que no a todas las personas les resulta una tarea fácil.
Las clínicas . . .
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